INMACULADA CONCEPCIÓN

INMACULADA CONCEPCIÓN
MARÍA, CAPITANA DE ESTE BLOG, EN TU HONOR!!

Gracias por acompañarnos!

sábado, 14 de septiembre de 2013

 

"En 1875, con la ayuda de sus feligreses, comenzó la construcción de la Casa de Ejercicios de la entonces Villa del Transito (localidad que hoy lleva su nombre). Fue inaugurada en 1877 con tandas que superaron las 700 personas, pasando por la misma, durante el ministerio parroquial del Siervo de Dios, más 40.000 personas. También construyó la casa para las religiosas, el Colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes.
Con sus feligreses construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos. Solicitó ante las autoridades y obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas. Proyectó el ramal ferroviario que atravesaría el Valle de Traslasierra uniendo Villa Dolores y Soto para sacar a sus queridos serranos de la pobreza en que se encuentran, “abandonados de todos, pero no por Dios”, como solía repetir.
“Un sacerdote que vivió una verdadera pasión por el evangelio que testimonió y transmitió en medio de una considerable transformación cultural en nuestro país después de los acontecimientos de la organización nacional. Sin ingenuidad, pero también sin ceder a lamentos o enfrentamientos estériles se dedicó con empeño y con espíritu constructivo a la maravillosa tarea de la evangelización. De su pasión por el evangelio brotaba también su pasión por sus hermanos y el deseo de brindarles las condiciones de una vida digna. Por eso trabajó incansablemente por levantar templos o capillas, la casa de ejercicios espirituales en la Villa del Tránsito, escuelas y otras obras que aseguraran a todos una existencia que mereciera el título de humana y cristiana.” (Mons. Carlos Ñáñez, homilía Misa Crismal 1º de abril de 2010).
Pocos días después de su muerte, el diario católico de Córdoba escribe: “Es sabido que el Cura Brochero contrajo la enfermedad que lo ha llevado a la tumba, porque visitaba largo y hasta abrazaba a un leproso abandonado por ahí”. Debido a su enfermedad, renunció al Curato, viviendo unos años con sus hermanas en su pueblo natal. Pero respondiendo a la solicitud de sus antiguos feligreses, regresó a su casa de Villa del Transito, muriendo leproso y ciego el 26 de enero de 1914" (Extraído de Seminario Mayor de Córdoba, Argentina). Fue Beatificado el 14 de Septiembre de 2013

sábado, 24 de agosto de 2013

FRAGMENTOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ (Místico Católico) HACIA DIOS AMOR
"¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro…
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!..
Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,

la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora…"

miércoles, 17 de julio de 2013


ORACIÓN

“... Dios mío, Tú me dices que seré dichoso, dichoso de la verdadera felicidad... Que, a pesar de ser tan miserable, soy
como una palmera plantada al borde de las aguas vivas, de las aguas vivas de la Voluntad divina, del Amor divino, de la Gracia..., y que daré fruto a su debido tiempo.

Dígnate consolarme, me siento sin fruto, me siento sin
obras buenas, me digo: me convertí hace once años, y ¿qué he hecho? ¿Cuáles son las obras de los santos y cuáles las mías?
Veo mis manos totalmente vacías de bien.
Te dignas consolarme: «Tú darás fruto a su debido tiempo» me dices...
¿Cuál es ese tiempo? El tiempo de todos es la hora del Juicio: me
permitirás, si persisto en la buena voluntad y la lucha, a pesar de verme tan pobre, dar frutos en esa última hora...”

(Beato Carlos de Foucauld (1858-1916) ermitaño y misionero en el Sahara. Meditaciones sobre los salmos. Salmo 1)

viernes, 7 de junio de 2013

HOMILÍA DEL DOMINGO 10° durante el año, Ciclo "C"
(LA VIDA Y LA VIDA ETERNA)
 
 
 
Según la primera lectura, el profeta Elías estaba en la casa de la viuda de Sarepta, en un momento durísimo para ella.

“Sin embargo, el profeta se tiende sobre el niño muerto, como para identificarse con él, invoca a Dios (¡qué importante es la oración!) y Dios le devuelve la vida.

Al recibirlo de manos de Elías, la madre pronuncia una frase que es una confesión de fe: “Ahora sí que he conocido bien que eres un hombre de Dios, y que la palabra del Señor en tu boca es verdad”... Porque “no hay nada imposible para Dios”…

El relato nos ofrece muchas sugerencias. En primer lugar: resume la misión del profeta, que anuncia la palabra de Dios y da la vida” (P. José Román Flecha).

Dios siempre nos quiere dar vida (la resurrección espiritual y, un día, la Vida eterna); y nos pide que sigamos su Camino, de Verdad y de Vida; de felicidad compartida; pero el problema es que nosotros, muchas veces, elegimos y seguimos caminos de muerte, de odios, de egoísmos, que nos llevan a la perdición, a la muerte espiritual, a la noche del alma…

En el Evangelio, percibimos que la resurrección del hijo de la viuda de Sarepta, por parte de Elías, anticipa, preludia, la resurrección del hijo de la viuda de Naím, por parte de Jesús.
- Un gran gentío acompaña el cadáver del joven. Y otro gran gentío acompaña a Jesús de Nazaret. Ambos se encuentran a las puertas de la ciudad. Es toda una metáfora de la sociedad. En los lugares más concurridos se cruzan la desesperanza, la incredulidad, el desánimo; contra la esperanza, el anhelo, la confianza en Dios. Es decir, frente a la muerte, se enfrentan: el silencio humano y la Palabra divina (y sólo Jesús, “tiene palabras de Vida Eterna” (Jn 6, 68); sólo Él puede afirmar: “Yo soy la resurrección y la vida, quien crea en mí vivirá eternamente” (Cfr Jn 11, 25-26); por tanto: la Fe nos ayuda a encontrarle otro sentido al dolor, y Cristo nos rescata de las tristezas)…
- Además, el texto subraya los gestos de Jesús. Al ver a la madre viuda del joven muerto, a Jesús se le conmovieron las entrañas (como al buen samaritano y al padre del hijo pródigo). Dirige una palabra de consuelo a la madre y otra de autoridad al muerto. Y se atreve a tocar el ataúd, contra las prescripciones de la Ley.
- Finalmente, el joven muerto es entregado vivo a su madre. El cortejo de los que llegan del campo, trae la vida al cortejo de los que salen de la ciudad. Todo el relato tiende a hacernos comprender que Jesús es el Señor de la vida(Cfr. Ibíd).

Por último, todos, impresionados y emocionados, dan gloria a Dios, diciendo:

“Un gran profeta ha surgido entre nosotros”. Pero Jesús es más que cualquiera de los antiguos profetas. El profeta transmite la palabra de Dios, pero Cristo es la misma Palabra de Dios, hecha Carne, hecha Hombre (Nuestro desafío es: morir al pecado, y vivir para Dios; haciendo morir, en nosotros, todo lo que se opone la Vida de Dios, en nuestros corazones).

“Dios ha visitado a su pueblo”. Los antiguos profetas habían anunciado la visita de Dios a su pueblo, y Jesús cumplió las profecías, en su Persona…

(Y nos enseña que, cuando nos compadecemos, consolamos, comprendemos y acompañaos el dolor del prójimo, estamos engendrando vida, para muchos que han perdido las razones para vivir)… Por eso, la Palabra de Dios nos garantiza: “Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste,seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es
(1 Jn 3, 2).

ORACIÓN: Señor Jesús, las noticias de cada día nos hablan de jóvenes arrebatados por la muerte; y del dolor de los padres y las madres que los pierden. Ten compasión de ellos. Los ojos de la fe nos llevan a reconocer tu presencia en la historia. Que toda la humanidad puede descubrir, en Ti, al Señor de la vida” (Ibíd). Y que no pasemos de largo, frente a los que están acongojados, deprimidos, conmocionados, a nuestro alrededor…

Sepamos, pues, encontrarle sentido a nuestras vidas, compartiendo todo con nuestros hermanos, sobre todo con los marginados y desanimados. Y renaciendo de nuevo, cada día, luego de los momentos de cruz, hasta que un día, Jesús, en la Vida eterna, enjugue, seque, todas nuestras lágrimas, con su Alegría perfecta, única, eterna, porque: “que ni ojo vió, ni oído oyó…las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman” (1 Cor 2, 9)… Que así sea, con la Gracia de Dios…

Presbítero José Luis Carvajal
Ciudad de Buenos Aires

miércoles, 15 de mayo de 2013


Solemnidad de Pentecostés (este año la Fiesta del Espíritu Santo cae el Domingo 19 de Mayo)
 
 

Los judíos la celebraban como manifestación del Señor a Moisés en el monte Sinaí (Ex  19 y 20. Dt. 4.  Sal 50), realizando la Alianza y la entrega del Decálogo (10 Mandamientos). Y como “fiesta de la recolección” o “fiesta de las semanas” (ofreciendo las primicias de todo lo cosechado, al Señor), 7 semanas después de Pascua (7 semanas, por 7 días= 49: “pentecostés”: 50). La “pascua” judía recuerda el “paso” (pascua) de la esclavitud en Egipto a la libertad: “paso” del Mar Rojo.

Dice Ex: “hubo truenos y relámpagos”, “el Señor bajó con fuego”. Y Hechos (cap. 2) cuenta que, en el Pentecostés cristiano (el Espíritu Santo bajando sobre María y los apóstoles, 50 días luego de la Resurrección de Jesús) hubo ruido... fuerte ráfaga de viento… (Y)  unas lenguas como de fuego, que descendieron... sobre... ellos”.

Otro paralelismo: la “fiesta de la recolección”, con los frutos del Espíritu Santo (Gal 5): “amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, lealtad, amabilidad y dominio de sí”.

 ORACIÓN

“Espíritu Santo, dame un corazón... grande y fuerte, para superar todas las pruebas, todo el tedio, todo el cansancio, todas las desilusiones, las ofensas... Constante hasta el sacrificio, cuando fuere necesario... Cuya felicidad sea palpitar con el Corazón de Cristo, para cumplir, con humildad y fidelidad, la Voluntad del Padre” (Pablo VI).
Presbítero José Luis Carvajal (Buenos Aires, Argentina)

miércoles, 17 de abril de 2013

Los obispos argentinos, reunidos en la 105º Asamblea Plenaria, consideramos que los proyectos de ley que se encuentran en el Poder Legislativo en orden a regular el ejercicio de la Justicia, presentan aspectos que merecen un profundo discernimiento por la importancia de la materia que tratan. Por ello se requiere de amplias consultas, debates y consensos previos en consonancia con la magnitud de los cambios propuestos.


Entendemos que un tratamiento apresurado de reformas tan significativas corre el riesgo de debilitar la Democracia Republicana consagrada en nuestra Constitución, precisamente en una de sus dimensiones esenciales como es la autonomía de sus tres poderes.

105º Asamblea Plenaria
Conferencia Episcopal Argentina
Pilar, 16 de abril de 2013

jueves, 21 de marzo de 2013


INICIO DEL MINISTERIO PETRINO  DEL OBISPO DE ROMA HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO Plaza de San Pedro
Martes 19 de marzo de 2013, Solemnidad de San José


Queridos hermanos y hermanas

Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.

Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

Hemos escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: «Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo» (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús

¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu. Y José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.

Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.

Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

En la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que «apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza» (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza. También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.

Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.

Imploro la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio, y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen.

jueves, 28 de febrero de 2013

Última audiencia de Benedicto XVI (Texto completo)
Plaza de San Pedro, 27 de febrero de 2013
Autor: S.S. Benedicto XVI | Fuente: Vatican Information Service
 
Benedicto XVI ha celebrado la última audiencia general de su pontificado. En la Plaza de San Pedro, abarrotada por decenas de miles de personas que querían saludarlo, el Pontífice,emocionado, ha dicho: "Gracias por haber venido en gran número a la última audiencia general de mi pontificado. Gracias, estoy verdaderamente conmovido. Y veo a la Iglesia viva. Pienso que tenemos que dar también las gracias al Creador por el buen tiempo que nos da, ahora, cuando todavía es invierno".

Ofrecemos a continuación el texto integral pronunciado por el Santo Padre:

"Como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, yo también siento en mi corazón que ante todo tengo que dar gracias a Dios que guía a la Iglesia y la hace crecer, que siembra su Palabra y alimenta así la fe en su Pueblo. En este momento mi corazón se expande y abraza a la Iglesia extendida por todo el mundo, y doy gracias a Dios por las "noticias" que en estos años de ministerio petrino he recibido sobre la fe en el Señor Jesucristo, y sobre la caridad que circula realmente en el cuerpo de la Iglesia y hace que viva en el amor, y sobre la esperanza que nos abre y nos orienta hacia la plenitud de la vida, hacia la patria celestial".

Siento que os llevo a todos conmigo en la oración, en un presente que es de Dios, en el que recojo cada uno de los encuentros, cada uno de los viajes, cada visita pastoral. Todo y todos reunidos en oración para confiarlos al Señor, porque tenemos pleno conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría e inteligencia espiritual, y por qué nos comportamos de una manera digna de Él y de su amor, llevando fruto en toda buena obra.

En este momento, dentro de mí hay mucha confianza, porque sé, porque todos sabemos que la palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, da fruto, en todo lugar donde la comunidad de los creyentes lo escucha y recibe la gracia de Dios en la verdad y en la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.

Cuando, el 19 de abril de hace casi ocho años, acepté asumir el ministerio petrino, tenía esta firme certeza que siempre me ha acompañado ,esta certeza de la vida de la Iglesia, de la Palabra de Dios. En aquel momento, como ya he dicho varias veces, las palabras que resonaban en mi corazón eran: Señor, ¿por qué me pides esto? Y ¿que me pides? Es un gran peso el que colocas sobre mis hombros, pero si Tu me lo pides, con tu palabra, echaré las redes, seguro de que me guiarás, también con todas mis debilidades. Y ocho años después puedo decir que el Señor realmente me ha guiado, ha estado cerca de mí, he podido percibir su presencia todos los días. Ha sido un trozo de camino de la Iglesia, que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos difíciles; me he sentido como San Pedro con los Apóstoles en la barca del lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en que la pesca ha sido abundante; también ha habido momentos en que las aguas estaban agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en aquella barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda: es El quien conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, porque así lo quiso. Esta ha sido una certeza que nada puede empañar. Y por eso hoy mi corazón está lleno de gratitud a Dios porque no ha dejado nunca que a su Iglesia entera y a mí, nos faltasen su consuelo, su luz, su amor.

Estamos en el Año de la fe, que he proclamado para fortalecer nuestra fe en Dios en un contexto que parece dejarlo cada vez más en segundo plano. Me gustaría invitar a todos a renovar la firme confianza en el Señor, a confiarnos como niños en los brazos de Dios, seguros de que esos brazos nos sostienen siempre y son lo que nos permiten caminar todos los días, también entre las fatigas. Me gustaría que cada uno se sintiera amado por ese Dios que ha dado a su Hijo por nosotros y nos ha mostrado su amor sin límites. Quisiera que cada uno de vosotros sintiera la alegría de ser cristiano. Hay una hermosa oración que se reza todas las mañanas y dice: "Te adoro, Dios mío, y te amo con todo mi corazón. Te doy gracias por haberme creado, hecho cristiano... " Sí, alegrémonos por el don de la fe; es el don más precioso, que ninguno puede quitarnos! Demos gracias al Señor por ello todos los días, con la oración y con una vida cristiana coherente. !Dios nos ama, pero espera que también nosotros lo amemos¡

Pero no es sólo a Dios, a quien quiero dar las gracias en este momento. Un Papa no está sólo en la guía de la barca de Pedro, aunque sea su principal responsabilidad, y yo no me he sentido nunca solo al llevar la alegría y el peso del ministerio petrino, el Señor me ha puesto al lado a tantas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia, me han ayudado y han estado cerca de mi. Ante todo. Vosotros, queridos hermanos cardenales: vuestra sabiduría y vuestros consejos, vuestra amistad han sido preciosos para mí. Mis colaboradores, empezando por mi Secretario de Estado, quien me ha acompañado fielmente en estos años; la Secretaría de Estado y toda la Curia Romana, así como a todos aquellos que, en diversos ámbitos, prestan su servicio a la Santa Sede: tantos rostros que no se muestran, que permanecen en la sombra, pero que en silencio, en su trabajo diario, con espíritu de fe y de humildad han sido para mí un apoyo seguro y confiable. Un recuerdo especial para la Iglesia de Roma, ¡mi diócesis! No puedo olvidar a los hermanos en el episcopado y en el sacerdocio, a las personas consagradas y a todo el Pueblo de Dios en las visitas pastorales, en los encuentros, en las audiencias, en los viajes, siempre he recibido mucha atención y un afecto profundo. Pero yo también os he querido, a todos y a cada uno de vosotros sin excepción, con la caridad pastoral, que es el corazón de cada pastor, especialmente del Obispo de Roma, del Sucesor del Apóstol Pedro. Todos los días he tenido a cada uno de vosotros en mis oraciones, con el corazón de un padre.

Querría que mi saludo y mi agradecimiento llegase a todos: el corazón de un Papa se extiende al mundo entero. Y me gustaría expresar mi gratitud al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, que hace presente la gran familia de las Naciones. Aquí también pienso en todos los que trabajan para una buena comunicación y les doy las gracias por su importante servicio.

Ahora me gustaría dar las gracias de todo corazón a tanta gente de todo el mundo que en las últimas semanas me ha enviado pruebas conmovedoras de atención, amistad y oración. Sí, el Papa nunca está solo, ahora lo experimento de nuevo en un modo tan grande que toca el corazón. El Papa pertenece a todos y tantísimas personas se sienten muy cerca de él. Es cierto que recibo cartas de los grandes del mundo - de los Jefes de Estado, líderes religiosos, representantes del mundo de la cultura, etc.-. Pero también recibo muchas cartas de gente ordinaria que me escribe con sencillez, desde lo más profundo de su corazón y me hacen sentir su cariño, que nace de estar juntos con Cristo Jesús, en la Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe a un príncipe o a un gran personaje que uno no conoce. Me escriben como hermanos y hermanas, hijos e hijas, con un sentido del vínculo familiar muy cariñoso. Así, se puede sentir que es la Iglesia - no es una organización, no es una asociación con fines religiosos o humanitarios, sino un cuerpo vivo, una comunidad de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos. Experimentar la Iglesia de esta manera y casi poder tocar con las manos la fuerza de su verdad y de su amor es una fuente de alegría, en un tiempo en que muchos hablan de su decadencia. Y, sin embargo, vemos como la Iglesia hoy está viva.

En estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia en la oración que me iluminase con su luz para que me hiciera tomar la decisión más justa no para mi bien, sino para el bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su gravedad y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo.

Permitid que vuelva una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de la decisión reside precisamente en el hecho de que a partir de aquel momento yo estaba ocupado siempre y para siempre por el Señor. Siempre - quien asume el ministerio petrino ya no tiene ninguna privacidad-. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. Su vida es, por así decirlo, totalmente carente de la dimensión privada. He podido experimentar, y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la propia vida cuando la da. Dije antes que mucha gente que ama al Señor ama también al Sucesor de San Pedro y le quieren; que el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que él se siente seguro en el abrazo de su comunión, porque ya no se pertenece a sí mismo, pertenece a todos y todos le pertenecen.

El "siempre" es también un "para siempre" - no existe un volver al privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio del ministerio activo, no lo revoca. No regreso a la vida privada, a una vida de viajes, reuniones, recepciones, conferencias, etc. No abandono la cruz, sigo de un nuevo modo junto al Señor Crucificado. No ostento la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino que me quedo al servicio de la oración, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, me servirá de gran ejemplo en esto. Él nos mostró el camino a una vida que, activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.

Doy las gracias a todos y cada uno, también por el respeto y la comprensión con la que habéis acogido esta decisión tan importante. Seguiré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con la dedicación al Señor y a su Esposa, que he tratado de vivir hasta ahora cada día y quisiera vivir siempre. Os pido que os acordéis de mí delante de Dios, y sobre todo que recéis por los Cardenales, llamados a un cometido tan importante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: el Señor le acompañe con la luz y el poder de su Espíritu.

Invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia para que acompañe a cada uno de nosotros y toda la comunidad eclesial; a Ella nos encomendamos con profunda confianza.

¡Queridos amigos y amigas! Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, y especialmente en tiempos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo. En nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, haya siempre la gozosa certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, está cerca de nosotros y nos envuelve con su amor. ¡Gracias!"

jueves, 21 de febrero de 2013


22 de Febrero: LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO, APÓSTOL. FIESTA

 

La palabra “Cátedra”, literalmente, es la silla fija (o sede) del Sumo Pontífice y de los Obispos.

Esta silla está, en cada Diócesis, en la Iglesia Madre o principal (de aquí el nombre de Catedral).

Pero lo importante de hoy es que la Iglesia Católica (la única fundada por Jesucristo, al decir: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”: Mt 16, 18) quiere celebrar este papel de Jefe y Pastor de la Comunidad, que Jesús confió a S. Pedro y a sus sucesores.

El sucesor de Pedro es, hoy, Benedicto XVI. Y los sucesores de los otros Apóstoles, son los Obispos de todo el mundo (si están en comunión con el Papa).

Justamente, lo llamamos “Papa” o “Santo Padre”, porque es el “Papá” o “Patriarca” espiritual de todos: “Tú eres Pedro... Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt 16, 16.19).”El poder espiritual se manifiesta, sobre todo, en el poder de perdonar los pecados” (Biblia para la iniciación cristiana, Conf. Episcop. Española).

Escribe S. Agustín: “Es después de haber negado al Señor que llegó a ser el primero junto a él. Volviéndose más fiel al llorar la fe que había traicionado, recibió una gracia todavía más grande que la que había perdido. Cristo le confió su rebaño para que lo condujera como el buen pastor y él, que había sido débil, se convirtió en el sostén de todos. Él que, preguntado sobre su fe, había sucumbido, tuvo que establecer sólidamente a los demás en el fundamento inquebrantable de la fe. Es por eso que es llamado la piedra fundamental de la piedad de las Iglesias”.

“Pedro... es constituido Cabeza de todos los pastores de la Iglesia” (San León Magno).

El Señor Jesús nos envía y nos pide ser uno (en torno a Pedro) por la fe y por el amor.

El Papa hace las veces de Cristo (“el dulce Cristo en la tierra”: Sta. Catalina de Siena). Por eso, le debemos obediencia y amor, y rezar siempre por sus intenciones.

Por último, la Fiesta de hoy, nos ofrece una oportunidad más para adherir a las enseñanzas del Santo Padre (como hicieron todos los santos, de todos los tiempos). Y proponernos conocerlas más...

“Jesús, Tú que has rogado para que todos los que creemos en Ti,

nos mantengamos en la unidad, permite que nuestro amor por la Cátedra de Pedro sea motivo de reconciliación y unidad, entre los cristianos, que aún permanecemos separados”

(Esther Pizzariello de Leóz)

 

Con mucho afecto, p. José Luis Carvajal Ibelli (Argentina)

Se ruega su difusión, citando esta fuente. ¡Muchísimas gracias!

sábado, 2 de febrero de 2013

San BlásFiesta: 3 de febreroConocido también como Blasius
Patrón de: Enfermedades de la garganta y laringólogos. +C.316

San Blas fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus.

San Blas era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta.

Según una leyenda, se le acercaban también animales enfermos para que les curase, pero no le molestaban en su tiempo de oración.

Cuando la persecución de Agrícola, gobernador de Cappadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste, sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blas. Allí encontraron a San Blas en oración y lo arrestaron. Agrícola trató sin éxito de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago. San Blas, parado en la superficie, invitaba a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se ahogaron. Cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado. C. 316. (FUENTE: corazones.org)