INMACULADA CONCEPCIÓN

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lunes, 22 de agosto de 2011

María Reina

22 DE AGOSTO: MARÍA REINA

Hace siete días celebrábamos la Asunción de María, en Cuerpo y Alma a los Cielos. Y hoy, como continuación de aquel festejo, celebramos que María Virgen es Reina, por ser la Madre de Cristo, Rey y Señor del Universo, y participa de su soberanía y realeza.

“Una gran señal apareció en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (Apocalipsis 12, 1).

“Vestida de sol” significa “llena de gracia” (Lc 1, 28) y santidad, por ser la Inmaculada Madre de Dios. “La luna bajo sus pies” señala la soberanía por sobre lo creado y las cosas temporales. Y “una corona de doce estrellas” indica su coronación real, su grandeza, que está por encima de todos los ángeles y santos.

Ella es Reina porque sobresale en poder y santidad, en caridad, en humildad, en fidelidad, en todo…

Ella se autodefinió como “la servidora del Señor” (Lc 1, 38), pero fue glorificada como Reina universal. Y, así como Jesús “no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida” (Mt 20, 28), así también la Virgen fue la primera en servir a Cristo en Persona y a Cristo, presente en los demás: como lo hizo con su prima Isabel (Lc 1, 39-56), como lo hizo en Caná de Galilea, con aquellos novios a los que les faltaba el vino, intercediendo y logrando que Jesús cambiara el agua en vino (Jn 2, 1-11).

El ángel Gabriel le había anunciado a María: “Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin” (Lc 1, 31-33).

La Realeza a María le viene por su Hijo. Como escribe San Alfonso de Ligorio: “Reina por su Hijo, con su Hijo y como su Hijo”.

Nosotros, sus amados hijos, avergonzados de nuestros pecados, te rezamos: “Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra… Vuelve a nosotros, esos tus ojos, misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!”. Venimos a Ti, confiados y arrepentidos, diciéndote: “Salve, Reina de los cielos y Señor de los ángeles”, “ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”. ¡Gracias, Jesús, que nos volvéis a decir: “Aquí tienes a tu madre” (Jn 19, 27)! ¡Si, “Augusta Reina de los Cielos y Señora de los ángeles”, gracias por ser mi Reina y mi Madre!..

 Presbítero José Luis Carvajal Ibelli

viernes, 19 de agosto de 2011

POESÍA: SI PIERDES EL FUEGO...

SI PIERDES EL FUEGO...

Señor, si perdemos el fuego
no somos luz, no somos sal
y, a nuestro alrededor,
todo será indiferente, frío y lento...

Si perdemos el fuego...
Ya no construímos tu obra,
ya no edificamos tu Reino...
¡Por eso, en tu Eucaristía,
Tú te haces Alimento!

¡Señor, ante la falta de nuestro fuego,
te presento humilde reparación y ruego!
¡Toda mi pobre vida!...
¡Y todo mi llanto de agradecimiento!...

¡Jesús, que venga tu Fuego:
sobre toda soledad, angustia y miedo:
sobre todo vicio, ira y duelo!..
¡Tu tierna Paz, tu dulce Voz,
tu amorosa Amistad... Tu bondadoso Fuego!..

Padre José Luis Carvajal