JULIO 24
Hoy recordamos, en Argentina, a San
Francisco Solano.
Era andaluz, nacido en el siglo XVI, y ya a los 15
años estudiaba humanidades y filosofía.
A los 20 años ingresó al convento de los franciscanos
menores y fue ordenado sacerdote.
Forma, junto con Santo Toribio de
Mogrovejo, San Luis Beltrán y San Pedro Claver, un grupo de misioneros que
evangelizaron América, incansablemente…
Cuando en la región de Granada, asoló la peste, San
Francisco Solano se prodigó con gran caridad con los enfermos y moribundos. Como
la multitud empezaba a seguirlo, él (con humildad y generosidad) pidió ir a
misionar a África, pero fue enviado a América (a nuestra provincia de Tucumán).
Se entregó a obras de apostolado y caridad en
hospitales y cárceles.
Realizó una actividad misionera extraordinaria,
gigante: aprendió las lenguas indígenas, levantó iglesias, organizó
municipios y, siempre, también, bautizando e instruyendo en la doctrina de
Jesucristo.
Vivió once años en Tucumán. Luego evangelizó por La
Rioja, Córdoba, Santiago del Estero, Paraguay y Uruguay. Al final, fue
destinado a Lima (Perú)…
Si bien varios de los conquistadores buscaban oro, él
(el misionero) buscaba acercar personas al Señor.
Obediente, a la Voz de Dios, recorrió el incómodo
camino hacia Lima. Allí, salió por las calles y plazas, con un crucifijo en la
mano, invitando a todos a la conversión.
Por la noche, había que dejar abiertas las iglesias,
porque muchos acudían a confesarse, tras escuchar su predicación…
Poco a poco, sus fuerzas se fueron desgastando y, tras
breve enfermedad, murió a los 61 años, rezando su plegaria favorita: “Bendito
sea Dios…”
San Francisco Solano es el
Vicepatrono de América (la Patrona
principal es Santa Rosa de Lima: 30 de Agosto) y también es Patrono de Dean
Funes, de las localidades que llevan su nombre y del folclore argentino
(porque, cuando iba de un lugar a otro, sólo llevaba unos libros y su violín,
para poder acompañar el canto).
Pidamos a la Virgen María, poder imitar la alegría, la
confianza y el entusiasmo evangelizador de San Francisco Solano…
(De mi libro: “Meditaciones
diarias de paz y alegría”, José Luis Carvajal, Editorial “Santa María”, Buenos
Aires, Argentina).
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